miércoles, 16 de febrero de 2011

Un año más

A estas alturas no es que los años pesen, sino que se sopesan. No es como de los diez a los 19, que pasan lento y uno quiere contrariamente que pasen rápido. Tengo 32 años y no es que me abrume la edad (aunque ver los números alarmen un poco), sino que ahora valoro cada instante. Eso de que la vida es un rato no es frase hecha. Es cierto. Por eso digo por qué arruinarnos la existencia lamentándonos cuando queda poco tiempo para intentar ser feliz. Eso quiero yo ahora.

Cada vez valoro más el tiempo, tanto que estaría dispuesto incluso a ganar menos dinero si ello implica tener más tiempo libre. Antes tenía dos trabajos y era imposible dedicarme con más calma a leer, a ver películas, ahora quizás haya más tiempo...No sé, siempre tendremos excusas para no hacer cosas. Espero no recurrir a pretextos. Las cosas ocurren.

Creo nuevamente en Dios. No me da la gana de ser agnóstico, menos ateo. La fe es una de las cosas que quedan. Es como nuestro motor interior. No quiere decir que me haya vuelto mojigato, sino digamos...más espiritual.

Quienes me conocen saben que con mis defectos y todo, no soy un tipo que actúe con mala leche.

Me quedo con las imágenes de las celebraciones de mi cumpleaños. Los quiero mucho, amigos.